viernes, 4 de julio de 2008

La mancha


Una petaca de wiski barato al lado de una copa de cristal, ambos vacíos. La proporción no me deja de sorprender, la copa mas grande que la botella... mmm, pienso y pienso, talvez no importe, talvez eso no sea lo raro, talvez no sea tan barato, ¿qué se yo?
Algo brilla al lado, no logro notar que es.
Lo mas extraño fue haberme encontrado con todo esto, en la escalera del edificio encantado, ese edificio al que suelo ir cuando busco respuestas, pero al contrario de la persona que estuvo aquí, yo reflexiono sin alcohol en la sangre.
¿Reflexión?, ¿sangre?, que filosofa me puse.
Este lugar tiene magia por si mismo, es maravillosamente fantasmal, demolido, con recovecos, pero hermoso a la ves, con sus laberintos mágicos que no me dejan de sorprender .
Hoy, algo distinto a pasado.
La copa y la botella siguen ahí, llamando mi atención, saco por conclusión que era solo una persona. Beber en un lugar así, no lo recomiendo, la magia se pierde y se vuelve tenebroso.
Por mas que intento ponerme en el lugar de esta misteriosa persona, no lo logro.
Como se atreven a manchar de esa forma mi hermoso palacio de hadas, el cual visito desde que tengo memoria, mi refugio perfecto, mi mundo ideal...
Pero la mancha derramada en la alfombra de la escala, hace desaparecer inmediatamente mi palacio y como por arte de magia me encuentro sola, helada, destrozada, en una vieja casona que apenas se sostiene de pie. De un minuto a otro me doy cuenta que las hadas no existen, las balas sí.

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